Encuéntralos, detenlos y échalos a patadas. Ese es el resumen del discurso de Donald Trump para deportar a millones de migrantes que se encuentran ilegalmente en el país.
La realidad, como siempre, es mucho más compleja. Estados Unidos nunca ha deportado a más de 500,000 migrantes en un solo año y Trump quiere perseguir hasta 13 millones de personas e insiste en que el coste no debería ser un problema.
“No es una cuestión de dinero”, le dijo el presidente electo a NBC News hace poco. “No tenemos otra opción. No van a quedarse aquí”.
Los miembros del Congreso podrían tener una opinión diferente, incluidos los compañeros republicanos de Trump, que controlarán el Senado y la Cámara de Representantes el próximo año.
Para llevar a cabo su plan, Trump necesitará que el Congreso apruebe una gran cantidad de dinero para financiar agencias enteras, en un momento en que el tamaño de la deuda nacional ya está causando contratiempos en los mercados financieros.
Deportar a unos 13 millones de migrantes indocumentados del país podría costar 315 mil millones de dólares, según el Consejo Estadounidense de Inmigración.
A modo de comparación, sería seis veces el costo de la Ley CHIPS de 2022 destinada a relanzar la fabricación de semiconductores en Estados Unidos.
Otras estimaciones son más altas. Cuando Trump lanzó su primera candidatura presidencial, en 2015, el American Action Forum, de tendencia derechista, estimó que deportar a todos los migrantes indocumentados del país podría costar entre 400 y 600 mil millones de dólares durante un período de 20 años.
En 2024 eso equivaldría a entre 540 y 810 mil millones de dólares.
“La promesa de deportación es extremadamente cara, tanto en términos del presupuesto que requiere como en sus consecuencias económicas”, escribió Douglas Holtz-Eakin, presidente del American Action Forum, el 8 de noviembre.
“También desgarraría el tejido social de Estados Unidos, ya que sería necesario hacer búsquedas por casas y negocios para encontrar a las personas que hay que deportar”.
Por otra parte, expulsar a los migrantes no autorizados no es solo una cuestión de reunirlos y subirlos a bordo de un avión de regreso a casa.
Las autoridades primero deben encontrarlos, verificar su estatus de indocumentados y entregarlos al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
El Consejo Estadounidense de Inmigración estima que el coste de arrestar a 13 millones de migrantes es de 89 mil millones de dólares.
El proceso legal requiere que un juez ordene formalmente la expulsión de los migrantes. Sin embargo, el gobierno tendrá que alojar a esos migrantes mientras esperan una audiencia, lo que costaría otros 168 mil millones de dólares.
No hay espacio suficiente para detener a tantos migrantes. La población carcelaria total de Estados Unidos es de 1,9 millones, incluyendo todos los niveles gubernamentales.
Por tanto, el gobierno tendría que construir campos de detención para millones de personas más. Esa es la razón por la que el valor de las acciones de las empresas que construyen prisiones privadas se ha disparado desde la elección de Trump.
El procesamiento legal, el transporte de migrantes y la contratación de al menos 200,000 nuevos empleados del gobierno para encargarse de todo ese trabajo implicaría miles de millones de dólares más.
Algunos de esos costos serían continuos, ya que los migrantes cruzan la frontera ilegalmente todos los días.
La deportación masiva también tendría efectos económicos, incluyendo una disminución del crecimiento del PIB, precios más altos y un mayor déficit anual.
La mayoría de los migrantes indocumentados trabajan y pagan aproximadamente 90 mil millones en impuestos al año.
Los migrantes son una fuente importante de mano de obra en el sector médico, la construcción, los restaurantes y la agricultura.
Se estima que representan la mitad de todos los trabajadores de la industria láctea, por ejemplo.
Deshacerse de ellos causaría una escasez de mano de obra en algunas industrias, elevando los costos laborales y los precios que tienen que pagar los consumidores. Si no hay suficientes trabajadores, incluso podría producirse escasez, lo que haría subir aún más los precios.
¿Valdrá la pena? Es obvio que Trump piensa que sí. Pero es probable que la mayoría de los estadounidenses no se hayan preguntado de dónde saldrá el dinero para cumplir esa costosa promesa de campaña. De una forma u otra, vendrá de los contribuyentes.