Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar el baile de graduación

DAVID RAUDALES
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 Heather Havrilesky

Hoy en día, el baile de graduación es un asunto mucho más elaborado que requiere meses de meticulosa planificación y negociaciones diplomáticas, la mayoría a través de interminables cadenas de mensajes de texto. (Dadu Shin/The New York Times).
Hoy en día, el baile de graduación es un asunto mucho más elaborado que requiere meses de meticulosa planificación y negociaciones diplomáticas, la mayoría a través de interminables cadenas de mensajes de texto. (Dadu Shin/The New York Times).

Es la temporada de los bailes de graduación. ¿Puedes sentirlo en el aire?

Pero el baile de graduación ha cambiado. Cuando yo era más joven, ibas con la persona con la que salías en ese momento y rompías con ella al final de la noche, normalmente vomitando vino sabor durazno sobre sus zapatos.

Hoy en día, el baile de graduación es un asunto mucho más elaborado que requiere meses de planificación meticulosa y negociaciones diplomáticas, la mayoría a través de interminables cadenas de mensajes de texto. Se programan y reprograman los acontecimientos importantes. Los vestidos se encargan por internet, se prueban, se devuelven y se vuelven a encargar. Se firman importantes tratados de paz entre grupos de amigos históricamente hostiles. Se invierten grandes esfuerzos de investigación y desarrollo en conseguir citas para todos los amigos.

Y luego está la invitación a la graduación: adolescentes que unos meses antes iban en mamelucos por ahí aparecen en la casa de sus citas con ramos de flores, dulces y carteles ingeniosos, solo para pedirles que los acompañen al baile.

“Ahora el baile de graduación es diferente”, me dijo mi madre anoche. Estábamos mirando las fotos del baile de graduación de todos sus nietos, las cuales había alineado en su refrigerador para que pareciera que todos estaban en el mismo césped con sus citas. “Es casi como casarse”.

Mi madre tiene 82 años. Cuando era más joven, casarse era como ir al baile de graduación. Al final de la preparatoria o la universidad, te casabas con quienquiera que estuvieras saliendo en ese momento y rompías con él o ella al final de la década, generalmente acostándote con tu secretaria o tu jefe o tu vecino.

“Están tan guapos”, dijo admirando las fotos. “Son unos niños preciosos”.

Sí son hermosos, pensé, pero también es increíble el alto mantenimiento que requieren. ¿Y cómo si no? Alcanzaron la mayoría de edad en medio de una pandemia. Los grandes y lujosos eventos en persona adquieren un brillo especial cuando pasaste tu primer año de la preparatoria en casa mirando la pantalla de la computadora y el segundo año caminando por los pasillos con un cubrebocas. Después de todo eso, no te pintas las uñas y ya está, sino que te pones acrílicos con purpurina a juego con tu vestido. No te limitas a elegir un bonito par de tacones plateados, sino que te compras un bolso de mano plateado a juego.


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