Los Boston Celtics solo perdieron seis encuentros en el TD Garden entre regular y playoffs de la temporada 2023-24 de la NBA. Nuggets, Lakers, Clippers, Knicks, Heat y Cavaliers. Ayer los Golden State Warriors robaron una victoria en el que viene siendo el feudo más difícil de asaltar en los últimos doce meses. La de Boston es más que una victoria para asomarse a la cima del Oeste y cerrar un 7-1 de entrada. Es un resultado que proclama a los cuatro vientos que los Warriors vuelven a estar aquí. O que al menos hay mimbres para ello.
El plan ‘D’
Lo primero que llama la atención de estos Warriors es que han recuperado el fuego defensivo. Steve Kerr y los suyos están saliendo a jugar cada noche con un plan marcado en defensa. Que la mayoría de las veces parte de saltar al dos contra uno en casi cualquier situación de bloqueo directo. Esto suele ser un recurso en muchos equipos. Por ejemplo Denver siempre envía a Nikola Jokic al blitz cuando tratan de involucrarle en el pick-and-roll defensivo. En Golden State esto va más allá de ser una herramienta contextual para ser el comportamiento natural de su defensa sean quienes sean las piezas involucradas. Lo llevan a cabo cuando el defensor del bloqueador es Draymond Green, Jonathan Kuminga, Stephen Curry o Kevon Looney.
Sorprende incluso la agresividad de estos saltos, que no buscan quitar el balón de las manos del manejador para que ataque otro, sino provocar la pérdida con vehemencia. A menudo incluso involucrando un tercer jugador (suelen ser Kuminga, Podziemski o Payton) para ganar el balón dividido una vez la jugada ya se ha embarrado.
Dos asuntos más llaman la atención:
- La lectura del segundo/tercer defensor para percibir el momento en el que el manejador se pone de espaldas a la canasta y pierde la visión de la pista; atacando el bote desde detrás.
- La capacidad correctora de casi todos los jugadores que saltan a pista. Aquí Draymond Green es un talento histórico, pero habla muy bien del inicio de estos Warriors que el jugador superado nunca de por perdida la jugada y se reincorpore a través de persecuciones o rotaciones que cierren líneas de pase.
Ahora mismo son la segunda mejor defensa del campeonato solo por detrás de la de los Thunder. Y no es necesario recordar que, antes de nada, los grandes Warriors de esta era siempre han venido de la mano de una defensa de absoluta élite.
Profundidad en una liga de charcos
Una de las principales consecuencias del convenio que se estrenó el curso pasado es el acortamiento de las plantillas de élite. Boston Celtics, Milwaukee Bucks, Phoenix Suns o Denver Nuggets apostaron por reducir sus núcleos a siete u ocho hombres de rotación. Este año han sido los New York Knicks los que se han decidido por esta especie de método al que obliga la acumulación de talento con las nuevas normas. Solo Oklahoma City Thunder reúne una rotación tradicionalmente amplia entre los equipos llamados a ser aspirantes. Hasta que Golden State se ha postulado como tal. Ayer, en el primer cuarto ante los Celtics, Steve Kerr utilizó hasta once jugadores distintos. Clave en sostener la intensidad que demanda el primer epígrafe de este texto durante 48 minutos y en mantener los minutos de Curry y Green controlados.
En estos siete partidos, no hay ni un solo quinteto de los Warriors que supere los 35 minutos. Hasta trece jugadores superan los 12 minutos por partido y los 100 disputados en total. Influye, claro, que Curry se perdiese tres encuentros seguidos. Todo esto con De’Anthony Melton aún por sumar a la rotación desde que se lesionase de la espalda en el tercer partido del curso. El banquillo de Golden State supera en 10,9 puntos por cada cien posesiones a sus rivales, de lejos el mejor dato de la liga. Lo cual no habla solo de la amplitud de la rotación, sino de su impacto.
Esto se percibe mejor cuando se cae en la cuenta de que Gary Payton II parece jugar mucho más de los 12 minutos que promedia. Y así con los 14 de Lindy Waters, los 18 de Jackson-Davis o los 17 de Moses Moody. Pues impactan mucho más en el devenir de los partidos de lo que se intuye de los minutos reales que juegan.
El regreso de Andrew Wiggins
A principios de esta misma semana Steve Kerr elogiaba el estado físico con el que había llegado Andrew Wiggins a la temporada. Seguramente el mejor desde la campaña del último campeonato en 2022. Kendra Andrews titulaba en ESPN por la posibilidad de repetir All-Star y Kerr también lo insinuaba en cierta manera. Algo que casi toca descartar, en primer término porque su All-Star de 2022 estuvo más relacionado con el voto popular que con sus méritos reales, pese a tener razones de peso para considerarse el segundo jugador más importante de aquel anillo.
De momento, Wiggins también está lejos de las cifras de aquella temporada a nivel individual. Pero es una señal inmejorable que vuelva a ser capaz de generar sus propios tiros con consistencia desde el bote y castigar emparejamientos desde el poste. Los triples aún no terminan de entrar, pero sí está castigando desde la media distancia, donde convierte el 44% de sus intentos según NBA Stats. Para poner en perspectiva, Kevin Durant anota el 45% de este tipo de tiros, aunque con bastante más volumen.
Que Wiggins recupere su acierto y peso en el ataque de los Warriors es relevante, pero lo más importante es que vuelva a ser el defensor que fue. Golden State está plagado de buenos defensores. Desde los históricos como Green a generadores de caos como Brandin Podziemski o Gary Payton II. Ninguno de ellos, ni siquiera Kuminga, tiene la capacidad para sobrevivir en el uno contra uno como lo hace Wiggins en plenitud física. Sobre todo por la absurda potencia de core que tiene, lo que le permite aguantar embestidas de cara o al poste y navegar bloqueos sin esquivarlos como si no costase.
Wiggins es un bloque de mármol y una pieza esencial para enfrentarse a jugadores como Luka Doncic, Shai Gilgeous-Alexander, Jayson Tatum, Anthony Edwards o LeBron James. Figuras para las que a veces el plan colectivo se queda corto y necesitan de un especialista puro en la defensa del aclarado para dificultarles la vida. De momento ha dejado en un 37% de acierto a Jayson Tatum y un 33% a James Harden.
El calendario
Sí, vienen de ganar al actual campeón en su cancha. Pero los Warriors le deben mucho de su récord al calendario que se han encontrado durante este inicio. Según Power Rankin Guru, Golden State ha tenido el quinto calendario más fácil de este comienzo. Algo
comparte con Cavaliers y Celtics, por cierto. Los de Steve Kerr se han enfrentado dos veces ante unos Pelicans mermados (aunque en ausencia de Curry), a Blazers, Jazz, Wizards, Clippers (derrota) y Houston. Lo cual se puede mirar incluso desde el prisma de que esto les haya servido de cultivo para creer en que esta nueva iteración de un proyecto que cumple ya más de una década pueda ser ganadora.
Buddy Hield, el nuevo Splash Brother
No hay equipo más ligado a un estado de ánimo que los Warriors en la última década. No es casualidad que, junto a los Lakers del Showtime, sea esta la franquicia que más propulsó su popularidad en menos tiempo. Pues el juego de Golden State desprende una corriente vitalista de la que todos quieren formar parte. Esa plenitud experimentada en las fases de flujo que ellos parecieron por momentos domar a placer como colectivo que absorbió a Stephen Curry como motor y catalizador de un todo.
Esto, que es intrínseco a los Warriors como los entendemos hoy, se había venido perdiendo en las dos últimas temporadas. Incluso en el año del campeonato tuvo que apoyarse en Jordan Poole para reflotar. Y gran parte de dejar de jugar sin preocupaciones a cuestas y con una sonrisa en la cara iba en el debe de Klay Thompson. Por doloroso que sea, el visible descenso anímico de Thompson acabó arrastrando a todos. Golden State pasó de la espontaneidad a fruncir el ceño y apretar los dientes. Obligando a que todo cambiase para que todo siguiese siendo igual.
Buddy Hield representa justo esto. Ateniéndose a los datos, el tercer mejor tirador puro del último lustro en la NBA. El impacto del escolta en este inicio se podría resumir en su desenfado a la hora de lanzar tiros que serían nefastos para el resto de mortales y que él convierte en combustible para esa sensación de continuidad y flujo ofensivo de todo lo que nace en las manos de Curry. Como una extensión de Steph en otro cuerpo. Lo que siempre fue Thompson, aunque Hield no goce del talento para generar una identidad independiente como lo hizo Klay.