La morgue de París: la atracción turística que obsesionó a los franceses con la muerte

La morgue de París: la atracción turística que obsesionó a los franceses con la muerte

DAVID RAUDALES
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Ilustración de la morgue de París publicada el 18 de julio de 1874 por la revista estadounidense Harper’s Weekly. (Photo by © CORBIS/Corbis via Getty Images)

La morgue de París fue una de las principales atracciones turísticas de la ciudad del siglo XIX. Cientos de personas acudían los siete días de la semana para observar los cadáveres desnudos de personas sin deudos que no habían sido reclamados para su entierro ni habían sido identificados.

Los cuerpos, que apenas tenían taparrabos, eran expuestos detrás de una vitrina de cristal, en una sala que albergaba unos 50 visitantes. En un principio, cada cama estaba colocada debajo de tuberías que dejaban caer agua helada sobre sus rostros con la intención de alargar su preservación. Luego, en 1882, fue instalado un moderno sistema de refrigeración para evitar la descomposición de los difuntos.

Los expertos no han llegado a un consenso sobre el motivo de la fascinación de los parisinos por tan grotesco espectáculo, aunque se cree que las autoridades tomaron la decisión de exhibir los cadáveres para facilitar su identificación y no como un entretenimiento.

La proliferación de cuerpos tampoco ocurrió al azar. Con la llegada de la industrialización, miles de personas migraron de las zonas rurales a la capital para trabajar en las fábricas. Y los obreros estaban más expuestos a los peligros de procesos de producción que no tenían protocolos de seguridad.

Las personas perecían con frecuencia lejos de sus hogares en accidentes laborales en los que inhalaban humos o sufrían quemaduras por explosiones en las calderas. Otras causas de muertes estaban vinculadas al aglomeramiento urbano como accidentes ferroviarios o riñas callejeras por armas blancas.

La prensa de la época jugó un papel importante en la popularización de las visitas mortuorias porque informaba con detalles los últimos momentos de los fallecidos y las condiciones en las que habían quedado los cadáveres.

La exposición de cadáveres no servía solo como un entretenimiento público, también fue usada por la policía en su proceso de investigación criminal. Una de sus estrategias era confrontar a los sospechosos de asesinatos con sus presuntas víctimas para acelerar la confesión. La táctica fue tan exitosa que las autoridades policiales instalaron luces eléctricas en la morgue en 1888 para aumentar la impresión que los cuerpos inertes producía en los homicidas.


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